miércoles, 19 de diciembre de 2007

Dos

Comenzó, como todo vínculo debería hacerlo. Con un suave, muy suave acercamiento, provocadora seguridad en ambos, complicidad y entrega.
Sus ojos se miraban sin verse, lo importante era dejar soltar las mentes. Manos enlazadas, torsos atentos latentes, cinturas jugando a estremecerse, y piernas que sin tener opción les obedecen.
El primer abrazo fue algo tímido. El segundo fue de ambos el preciso. Él marcaba el ritmo, ella adornaba el camino. Y sus pies hablaban igual idioma, aunque a volumen diferido.
La primera caricia fue de mejillas. El primer enlace entre rodillas. La piel jugaba al vai-ven constante, del irse y volver, partir y rozarse.
Él se perdía en sus tiempos. Ella se enredaba en sus vueltas. Y los sentidos libres de pretextos, se enviciaron sin remedio del sabor de lo complejo.
Concluyó, como todo vínculo debería hacerlo. Con un suspiro lento, muy lento acabado en sonrisa, y el mudo agradecimiento entre ambos, por la desbordante intensidad vivida.

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