viernes, 19 de marzo de 2004

Eso que tanto me aturde, que me pincha, me tropieza, me embelesa sin aviso, se entromete sin permiso, me destornilla el piso y se cambia de lugar.
Lo mismo que me remonta, que me envuelve de frescura, me alimenta, me envenena, me ensordece, me doblega; que me obliga a suplicar.
Eso que no controlo, que lo ignoro y se enardece, que lo mato pero crece; que me colma sin piedad.
Eso que hoy me carcome, me arrasa, me cachetea, me empuja, hasta me marea y me vuelve a acomodar.
Eso que ya tiene nombre, aunque no lo reconozca, aunque lo diga en voz baja, aunque ahora que lo pruebo sólo pueda pedir más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario