lunes, 31 de mayo de 1999

No me busques tras la niebla de tus ojos
que dejaron en el tiempo las respuestas,
no confundas mi universo en tus memorias
ni arrincones tu belleza en el desierto

Ya que el día se nos muestra sin tabúes,
ya que Dios se ha convertido en lo que somos
Y el pensarnos prisioneros de esta historia,
es matar a nuestra esencia de impostores.

¡Y que vengan las tormentas y rencores!
¡Y que lluevan de tu alma las visiones!
Porque el mundo ya ha sellado nuestro encuentro,
y el destino no se encarga de ilusiones.

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