domingo, 16 de mayo de 2010

Si alguien que no conocés te regala flores...

La semana pasada me regalaron un ramo de flores. En la calle. Un desconocido. De la nada. Porque si.
Usó la frase “Me cautivaste con tu belleza” y ante todo debería aclarar que no uso desodorante Impulse.

Era tarde a la noche, iba cargada con equipo costoso de fotografía caminando hacia la parada del bondi unas 10 cuadras adelante, por una avenida comercial con los negocios cerrados y las veredas anchas casi vacías de otros transeúntes. De más está decir que mi ritmo era mas bien acelerado. No sólo por las ganas de llegar sana y salva a destino sino también por el frío endemoniado y el hambre resonando en mis costillas.
El desconocido apareció como un transeúnte esporádico más y me igualó el paso. Automáticamente aferré la enrome mochila bajo el brazo, por esos instintos que cualquier bicho de esta linda ciudad descubre que tiene ante determinadas situaciones de posible peligro inminente.
A los 10 segundos de ver que seguía al lado mío y sin dejar de pensar “si intenta afanarme le doy un golpe con el semejante trípode que llevo del otro coté” el muchacho en cuestión soltó un “tengo que darte estas flores”. Miré de reojo sin aflojar el paso ni el ritmo de hormiguita viajera corriendo formula uno y efectivamente llevaba en una mano un ramo; también noté que tenía apenas unos centímetros mas que mi altura, llevaba una camiseta de un equipo de futbol que deduje de velez o de uruguay para lo poco que sé de camisetas de futbol, y gorrita con visera por la que asomaba una cara de ojos rasgados cuasi orientales y amplia y perturbadora estática sonrisa. Mi respuesta automática con una amplia y desconfiada sonrisa fue “no, gracias”. Pero él, siguiéndome el paso siempre a la par, espetó un “Me cautivaste con tu belleza. Son para vos, por favor, aceptalas”.
Con mi mente implicada en la cada vez más afianzada teoría de que “este es el nuevo método de robo, uno me distrae y después hay dos más que se suman para afanarme” seguí con mi gentil pero firme respuesta de “gracias pero no, en serio, no”. Y él con el trabajo de cardio a pleno por el footing, insistíó con lo de “son por tu belleza, te las regalo, aceptalas”.
Un par de no gracias más de mi lado y un par de por favor más del suyo, hicieron que se las agarrara, pero que de ninguna manera detuviera mi caminata ni mis pensamientos paranoicos sobre como y donde iban a atacarme él y su pandilla de floristas chorros.
Sin embargo, porque de mamá y papá aprendí a ser siempre cortés con la gente hasta en las peores circunstancias, le dije “bueno, muchisimas gracias, chau” Y aceleré un poquito mas el paso.
Pero él no me siguió, me dijo “gracias a vos por tu belleza” y se fue para el otro lado volviendo las dos cuadras caminadas a mi lado.
A todo esto mi mente ya había elaborado una nueva deducción irrefutable “Me marcaron. Y ahora seguro que en la otra cuadra salen dos tipos para afanar a la tonta indefensa piba marcada con el ramo de flores por el inteligente criminal que dedujo mientras me hablaba, que tanto el trípode cómo mi tamaño no iban a significar mayor resistencia para el afano” Y así, con los ojos mirando cautelosamente hacia todos los lados posibles y mi peor cara de perro rabioso mirando a toda persona “posible criminal complotado” que se me cruzara, llegué hasta la parada. Me detuve en la larga fila del 60 y recién ahí me relajé. Miré el ramo de preciosas y coloridas flores con capullos. Y claro, sonreí.
No sólo por el sorpresivo gesto de cuento de hadas urbano que había acontecido, sino por la deducción filosófica de que en estos tiempos que vivimos, al romanticismo lo mata la cautela. Y también el cinismo, porque mi nueva teoría mental inmediata me aseguraba que “la semana que viene pasan la cámara oculta que me acaban de hacer, en algún programa pedorro de la tele“.

Minutos después, contándole a una amiga que me habían regalado flores de la nada en la calle un desconocido porque si, recibo el mejor de los comentarios: “Que lindo! Quién te dice por ahí la semana que viene ligas chocolates”.
 
Quien te dice.

11 comentarios:

  1. Muy bien escrito. Voy a pasar mas seguido por acá!!!

    Klaus

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  2. Mirá como venis matando eh...muy bien.

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  3. El tema es que todas tus deducciones que parecerían en principio paranoicas podrían ser ciertas, y el atraco se frustró por tu rápido accionar, o quizás las flores contengan un microchip que envía una señal infrarroja que les revela tu posición en el planeta.Pero tengo que reconocer que el tema de las flores y las mueres es un gran misterio.

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  4. Klaus: Gracias, pase cuando quiera, traiga scones.
    Seba: Si, del cardio! pobre pibe debe estar con oxigeno todavia.
    Vane: Gracias che!
    Pablo: No hay misterio... Las flores son alegres, lindas, un obsequio facil de dar y agradable de recibir. Se tout!
    Ary: =)

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  5. Lo leí en Oblogo, muy buen texto.

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  6. Lo mismo, lo lei en Oblogo, y me encantó!!! Un día de la primavera me pasó algo parecido... Por qué andar tan paranoico, y no aceptar que alguien pueda regalarte flores en la calle, sólo porque si...?

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  7. El dropi: Gracias por pasar y comentar!
    Lu: Gracias por la visita. Y si, la paranoia es la madre de esta era moderna, lamentablemente.

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  8. OMG!!! Que envidia!
    A mi no me han regalado nunca flores ni conocidos ni desconocidos...
    Un poquito me deprimio esto pero ya me compre un ramo en la floreria de la esquina y lo coloque en mi escritorio...
    *suspiro*

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  9. Eso, a no esperar de los demas, que los autoregalos tienen ese no se que de saber lo a uno le gusta siempre ;)

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