viernes, 19 de diciembre de 2003

Desbaratando monstruos

Era cuestión de taparse hasta la nariz y estarse bien quieta para que ellos no la descubran.
Era cuestión de acostumbrarse a lo negro y a ese millar de puntitos que se ingeniaban figuras irreales en los ojos.
Era cuestión de olvidarse del armario, del debajo de la cama, del detrás de la ventana.
Era cuestión de no inventarle formas a la ropa ni a los juguetes desparramados por la habitación.
Era cuestión entonces, de cerrar bien fuerte los ojos y aguantar lo suficiente, cuidando el silencio con mucho empeño para que éste, no despierte a los ruidos que atraían los horrores de la imaginación.
Era cuestión de poco tiempo, minutos apenas para que esa tan temida oscuridad se disolviera con el primer sueño.
Era cuestión de crecer, pero eso estaba lejos todavía y además, un nuevo pensamiento la perturbaba el doble: ¿Acaso los monstruos no crecen también?

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