lunes, 19 de diciembre de 2005

Eco

Mientras mi alma despega, proyecta, juega y se eleva; la tuya se inquieta.
En mi rostro el tiempo se expande, caminos se abren, el mundo se entrega. En el tuyo sin querer, todo se congela. Tus ojos cuestionan antes lo que tu lógica veda.
¿Como emprenderíamos el mismo destino con ilusiones opuestas, soñando aventuras adversas?

Es que si me dejaras amor, acompañarte hasta el fin del mundo sería mi mayor quimera.
Aunque el fin del mundo sólo fuera un hogar, un sillón, tus brazos y este cielo. Entonces te mostraría que es posible flotar sobre la tierra, y sería sólo el principio de nuestra expedición, y apenas el comienzo del vuelo.

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