martes, 19 de diciembre de 2006

Mercader de epitafios

Embarradas sus botas, empapado su anhelo, dirigía sus pasos por caminos dispersos. Resguardaba memorias de vidas-invento, rescatando del agua ánimas sin tiempo. Edades dispares, delgados y obesos, colores y razas hinchadas de excesos. Por cada X un nombre, por cada pecado un siniestro, en cada húmedo murmullo un suspiro, y allí otra leyenda que le convidaba el río.
Dibujaba palabras sin brillo para cada uno de ellos. En cada tumba un misterio, de piedra, cruces y hierro. Sin aroma las flores, sin pastizal sus lechos. Apenas algunas fechas como regocijo de lo eterno. Reconocía las huellas que deja el agua en los cuerpos, mapas imperceptibles de un final sin alma ni velo. Abrigaba sus noches en ensombrecidos sueños, donde su nicho era fuego y su dolor, recuerdos.

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